La
imponente campaña publicitaria y mediática de la que se ha visto precedida
presentó esta película como la más oscura jamás rodada por Pedro Almodóvar, como
la cinta que inaugura la madurez cinematográfica del manchego, como su más
peligrosa excursión, por ser al fondo oscurísimo de un pozo. Todo trola. La piel que habito es una de las peores
películas que he visto en los últimos tiempos (me recordó al verla a Vicky Cristina Barcelona, no porque se
parezcan en nada, sino porque representan un igual tipo de desfase:
expectativas y ejecución) y no es ni mucho menos la mejor de Almodóvar. No he
visto Pa negre y no tengo por
costumbre embarrarme en debates mierdosos, pero sí sé que La piel que habito no merece representar a España en los Óscar.
El cine
es nada menos que una sucesión de oportunidades. Y creo que el talento consiste
en aprovecharlas. Una oportunidad es una idea. Una historia. Es una anécdota.
Es un guión. Un plano o una mirada. Es un actor o una actriz. El buen cine es
una sucesión de oportunidades apuradas en la persecución de un objetivo: narrar
con la mayor potencia posible. Comprenderéis por esto que la peor crítica que
pueda hacerle yo a una película es decir de ella que es una oportunidad
perdida. La piel que habito es una
oportunidad perdida. Es una oportunidad perdida por Almodóvar para ser
realmente todo eso que la propaganda vociferaba que había llegado a ser. Una
oportunidad para demostrar que es capaz de abandonar la confortabilidad de sus
tics y manierismos, capaz de explorar dentro de sí más allá de la pose con la
que ha triunfado, capaz de articular un discurso profundo, y no pretendidamente
profundo.
La piel que habito (título genial, por
cierto), es una oportunidad perdida también porque Almodóvar desaprovecha en
ella dos elementos que muy pocos cineastas suelen tener al mismo tiempo: una
historia y una interpretación. La historia de un Ledgard, cirujano y psicópata,
vengador extremo, es una historia profunda y tenebrosa, turbadora exploración
de los quistes del espíritu. Una gran historia, que Almodóvar dilapida en el
altar de su intuición: frivolidad,
gratuidad, carnavalismo, pátina. Una gran historia que Almodóvar, y mirad que
es triste esto, sacrifica al someterla a sus pretensiones. La interpretación es
la de Elena Anaya, que logra probablemente lo contrario de lo que quería
conseguir: cada uno de sus gestos y palabras, de medida contundente, de
potencia silenciosa, no defienden la película, sino que la descubren. La
perfecta economía de su interpretación ridiculiza el perfecto despilfarro torpe
de la película. Su trabajo magnífico rasga violentamente el pijama color carne
que le había diseñado Almodóvar.
¿No te quedaste con la sensación de que la peli esta es como un corta-pega sin ninguna coherencia entre las partes? ¿Qué demonios pinta el brasileiro ese? Leí no sé dónde que ésta era la película más redonda de Almodóvar. Yo creo que es todo lo contrario...
ResponderEliminarMi sensación fue de haber visto una película fallida. No por fallos de montaje o cualquier otra cosa, sino porque Almodóvar me dio la sensación de estar superado por una historia que requería mucho más de lo que él suele dar.
ResponderEliminarSuperado, por cierto, como Banderas por un personaje que le viene grande. Lo del trigre brasileiro es sencillamente lamentable...
¡Gracias por leer y comentar!
No e visto la pelicula, no la voy a ver ,sipuedo evitarlo.
ResponderEliminarSolo dire que este "director" es uno del monton que a base de maneras y plumones de colores a triunfado a traves o mejor dicho en una epoca en la cual hablar y relatar historias de putas y travestis estaban de moda, tiene historias profundas y emocionantes pero siempre con los mismo parametros y para mi no sab hacer nada mas por eso no e creido en ningun momento que esta ultima cinta fuera algo ni siquiera bueno o entretenido.
Banderas simplemente es nuestro galan internacional ,nunca lo e visto como un gran interprete ...en conclusion esta peli me parece un quiero y no puedo de sumas incoherentes ,Amenabar podria manejar mucho mejor esta historia y no es su genero fuerte.
Estoy básicamente de acuerdo contigo, Tarkos.
ResponderEliminarA eso que dices sobre los vicios de Almodóvar es a lo que refiero en la entrada, cuando hablo del manierismo almodovoriano. Me da la impresión, y La piel que habito me lo demuestra, de que es un director anclado a viejos tics y temeroso de abandonar el territorio que le resulta conocido y cómodo.
Aún así, te animo a que la veas. El mejor modo para acercarse y reflexionar sobre una obra de arte o a algo que aspire a serlo, es hacerlo de modo directo.
Gracias por leer y comentar.